Pues bien,
hoy quiero escribir un poco sobre el primer capitulo do libro: “Cuando se atraviesa tiempos difíciles.”
Capítulo Uno
“Cuando se atraviesa los tiempos difíciles de la tentación.”
Tenemos que
tener cuidado porque muchas veces debemos mirar la importancia de ir en la
dirección correcta cuando nos sentimos tentados a seguir otra.
Determinamos
nuestro destino por la forma en que respondemos. Si se toma el camino
equivocado, el final podría ser devastador. Eso es lo que hace que nuestra
lucha con las tentaciones sea tan increíblemente dura; lo que nos acosa son
esas consecuencias que no queremos enfrentar.
Mateo 4
empieza con el inicio del ministerio de Jesús. Su obra oficial aun no había
comenzado. Él era un soltero de treinta años, todavía no había llamado a los
doce apóstoles, predicado su primer sermón. Ni siquiera nadie todavía lo había
criticado. Era joven, sin experiencia y
virtualmente desconocido.
Por favor lea Mateo 4 antes de seguir.
El enemigo
sabe exactamente cuándo usted y yo somos más vulnerables. Él sabe buscar con
paciencia esa pequeña grieta en nuestra armadura por donde estamos más expuestos.
Satanás esperó hasta que Jesús pareciera más vulnerable, antes de iniciar una
serie de tres agotadoras tentaciones. Cada una fue más intensa que la anterior.
LA NATURALEZA DE LAS TENTACIONES
La primera tentación
fue de naturaleza personal. Dios nos a dotado a cada uno de nosotros con talento y capacidad, no de
convertir piedras en pan, sino de
convertí palabras en retratos. En uno de los momentos más difíciles de su vida
Jesús resistió la tentación personal; pero el diablo persistió.
La segunda tentación
fue de naturaleza pública. Citando del Salmo 91, con toda presunción Satanás exigió una
demonstración pública del poder de Dios para proteger a Jesús de una muerte
segura.
La tercera
tentación fue de una naturaleza de
poder. Dios
tenía planes para que su Hijo fuera el Soberano sobre todos los reinos del
mundo, pero ese plan no incluía la presuntuosa oferta de Satanás. El plan del
Padre sólo se cumpliría mediante el sufrimiento en la cruz, y sólo allí.
EL RESULTADOS DE LAS TENTACIONES
Hace
algunos años, al viajar a una conferencia con mi amigo Chuck Colson, antiguo
confidente y jefe del personal de la Casa Blanca durante la presidencia de
Richard Nixon, le pregunté por qué alguien querría ser presidente. Para mí, no
hay suficiente dinero o prestigio en el mundo que amerite el esfuerzo y las
complicaciones. Él sonrió y respondió más bien rápidamente: “Una palabra amigo mío: PODER. Todo se reduce al poder.”
Poco de
nosotros nos sentiremos alguna vez tentados a buscar el poder de un presidente
de la nación, pero sí somos tentados a abrirnos paso al poder mediante otras
intrigas ¿verdad? El diablo sabe que lo anhelamos con granas. ¿Nos sorprende
que nos seduzca para que sigamos ese camino?
Cuando lo hace, el
modelo de Jesús es el que tenemos que seguir.
¿No sería
grandioso si todos los tiempos difíciles de todas nuestras tentaciones llegaran
y se fueran así de rápido? Pum, pum, pum… uno, dos, tres… y se acabó.
Desdichadamente esa es la excepción y no la regla.
CUANDO EL TENTADOR SE CRUZA EN SU CAMINO
Cualquiera
que sea su situación, manténgase en guardia. En la comodidad o en la angustia,
usted es presa fácil. Si escucha cuidadosamente, oirá el siseo de la voz del
enemigo. Simplemente adórele, siga el estilo de vida que le sugiere y ya está. Antes
de que usted se dé cuenta habrá complicado su vida y los tiempos difíciles de
la tentación se intensifican.
¿Qué estoy
sugiriendo? Claramente, uno tiene que estar preparado. Por eso quiero ofrecerle
tres estrategias sencillas pero eficaces, que le ayudarán a resistir el tirón
de la tentación y no dejarse sorprender sin preparación.
Primero,
no se alarme, espérela. Las tentaciones comienzan como batallas internas que se libran en la
mente y como luchas invisibles de la voluntad. Le atacan en los recovecos más
profundos del corazón. Interesantemente, nadie lo sabe. Esperar las tentaciones
lo ayuda a uno mantenerse alerta para la batalla espiritual. No se alarme por
la tentación; espérela.
Segundo, no sea ciego, identifíquela. Llame a la tentación por su
nombre. Tenemos que pedirle a Dios que nos ayude a detectar su presencia y
prepararnos para el impacto.
Tercero, no se la dé de listo, rechácela. He conocido a creyentes inmaduros
que ingenuamente piensan que pueden arremangarse las mangas y retar a duelo al
diablo ¡Que pensamiento más necio! Intente eso y perderá cada vez. “Someteos
pues a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Santiago 4:7). La
palabra clave es resistan.
UNA PALABRA FINAL DE
ESPERANZA
Lea Hebreos 4 y cuidadosamente.
Cristo no
experimentó todas y cada unas de las tentaciones que usted o yo enfrentamos
hoy, así que no es lo que esto significa; pero Él sí soportó todo el embate del
poder del enemigo y lo resistió sin ceder al pecado. Ningún otro ser humano
hubiera podido soportar la fuerza desenfrenada del poder de Satanás. Cristo,
nuestro Sumo sacerdote, lo soportó todo por usted. Por ello Él es el recurso
confiable para ayudarle al atravesar los tiempos difíciles de la tentación. Él
ha estado ahí. Él ha sentido ese aguijonazo y Él le fortalece con su poder para
que usted permanezca firme.
Confiar y
descansar en Cristo en los tiempos difíciles de la vida tiene tanto sentido.
Nadie, excepto Jesús puede decir: “Yo he suportado hasta el extremo los
ataques del enemigo; y cuando tú enfrentas tus tentaciones, puedes depender de
mí. Yo tengo el poder. Yo puedo proveerte la fortaleza que necesitas para
aguantar. Recibe la misericordia; acepta mi ayuda.”
Por la gracia
de Dios, sus opciones se reducen a una. Lo que usted necesita es a Jesús. ¡él
es todo lo que usted necesita! Él es suficiente.
Si hay alguien
apto para ganar la batalla, ese es Jesús. Cuando usted deja que Él pelee por
usted, Él lo hará. La pregunta es simplemente: ¿Le dejará que lo haga?
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